La participación es una actitud que asumen las personas
cuando deciden ser parte de hechos que necesiten nuestra colaboración u
opinión.
La participación debe fomentarse, desde la administración,
padres/tutores y el centro, ya que se trata de un factor determinante para
mejorar la calidad de los aprendizajes.
En cuanto a la participación de los padres y hablando del
caso de los institutos, creo que en general la participación si es alta, aun
así, se puede fomentar más esta participación mediante as denominadas “escuelas
de padres”. La información aportada por parte del centro a las familias es
primordial para su implicación, cuanta más información reciban, más entenderán
lo que sucede en las clases y su participación aumentará en gran medida.
La participación de los alumnos en las actividades
educativas es prioritaria y muchas veces no alcanza los niveles adecuados, bien
por falta de interés, problemas personales o motivos de diversa índole. Para
promover su participación principalmente hay que realizar actividades que
fomenten su motivación en los distintos campos de la enseñanza, crear en ellos
un mayor interés en los temas propuestos y no realizar siempre el mismo tipo de
actividades, que pueden causar monotonía y aburrimiento.
Sería de gran ayuda incluir en las actividades intereses de
los estudiantes, así como promover ambientes relajados, en los que la
participación de los alumnos no sea algo impuesto, si no que ellos mismos sean
los que decidan participar.
José Manuel Barreal Martín, en una entrada llamada La
participación escolar en mientrastanto.org
defiende que: “Con la LOMCE, ley del inefable Wert, queda mutilado el
modelo de escuela democrática, una escuela que con defectos, pero con muchos
más aciertos, se vivía a diario; de lo que muchos enseñantes podemos dar fe en
tiempos en los que pasamos de una escuela franquista, triste y oscura a otra
más iluminada, más esperanzadora; hoy, no solo se ha perdido en buena parte
aquella esperanza, sino que queda afectada (la escuela pública) también por la
ola de recortes, económicos y en el caso que me ocupa, también democráticos.
Es incoherente y cínico hablar y pregonar una cultura de
participación escolar cuando la propia administración educativa no la genera o
facilita. Es de un cinismo sobrecogedor hablar y proponer valores democráticos
cuando a la comunidad educativa se le sustituye el derecho a decidir por el
derecho a opinar.”